Alejado de la sociedad
- Tony Salas YouTony
- 18 nov 2016
- 2 Min. de lectura
Por naturaleza solemos ser buenos, inocentes, piadosos, al menos en los primeros años de nuestra vida.
Desde pequeños aprendemos a conducirnos por el camino del bien y asumiendo como propios los valores que se nos inculcan en el hogar. ¿En que momento cambiamos?¿Cuando dejamos de hacer lo "eticamente correcto" y comenzamos a pensar egoístamente?
Es a la hora de salir a la calle cuando nos enfrentamos con ese YO en plena libertad, de hacer lo que queremos hacer, sin que nadie nos restrinja, y me refiero al momento cuando no te encuentras en tus cuatro paredes impuestas, esas que te dicen como debes conducirte en la vida, que no tengas a nadie diciéndote que y como hacer las cosas. En un contacto social donde nos contrastamos con ideologías opuestas a las nuestras, asumiéndolas o desechándolas de acuerdo a la libertad que poseemos para elegir que nos conviene y que nos perjudica.
Muchas veces; de hecho, la mayor parte de los seres humanos al ser libres, nos lleva a perder esa inocencia, esa bondad que existía en nuestros primeros años y a convertirnos en personas con malicia, comenzamos a buscarle la vuelta, a todo, a buscar la ganancia sin pensar en cuanto puedo ayudar a los demás. El amor por lo material y la corrupción social nos cambia la mentalidad de hacer el bien sin recibir nada a cambio, a querer hacer favores que solo nos beneficien con recompensas.
Pero echarle la culpa a la sociedad seria culparnos a nosotros los cuales formamos esa sociedad, somos autónomos y libres de decidir qué hacer y que vivir de acuerdo a nuestras experiencias, ¿Sera que podemos dejar de ser egoistas y comenzar a ayudar sin esperar nada a cambio? .
El ser libres es poder decidir qué hacer y qué decir y muchas veces choca de alguna manera con la misma sociedad de la que a su vez formamos parte, ya que la sociedad tiene una serie de normas y por más libertad que podamos poseer, también debemos respetar a los demás como seres autónomos al igual que nosotros.
En conclusión, somos libres de vivir como queramos, pero siempre y cuando nuestras decisiones no afecten a quienes nos rodean podremos vivir en armonía.
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